Abrí los ojos a las 11 de la mañana. Lo único malo de los domingos es que anteceden al lunes, pensé. Pero no era momento de lamentarse, aún quedaban buenas horas fuera de la cotidianidad de la semana y habían juegos que seguir.
Claro, a esa hora me había perdido el primer partido del día. Eslovenia y Argelia. Ahora que me fijo, una de las cosas buenas del fútbol es que te recuerda la existencia de algunos países que, fuera de algún acontecimiento muy fuera de lo común, no recuerdas que ocupan un lugar en el mapamundi.
Eslovenia ganó por un gol a ninguno de Argelia, escuchamos mi novio y yo en ESPN de Estados Unidos. Los goles en los inicios de este Mundial parecen ser un bien escaso. El segundo juego del día ya estaba bien adelantado. Ghana y Serbia. El marcador esta cero a cero y observando el juego concluimos que es una de dos: o ambos tienen buena defensa o ambos no son muy buenos equipos.
Minutos después nos inclinamos por la segunda premisa. Serbia parece un equipo sin rumbo. Los árbitros, tráficos de transito. Tres tarjetas amarillas y una roja para Serbia y dos para Ghana. Al final, sobre le minuto ochenta un jugador apellido Gyan está en la línea de los paneles. Recordé un reportaje de la noche anterior en que, según expertos, un portero sólo tiene el 30% de detener un gol en penales. La estadística se cumplió y Gyan empezó a bailar en la cancha, mientras parte del público celebraba.
Ghana se convirtió así en el primer país africano en ganar en este Mundial.
Vemos el reloj. Hora de almorzar y partir. Cabarete me regaló un genial fin de semana.
¡Qué pela!
Algo cansados por el viaje, guardamos bultos y maletas. La suegra me saluda. Esta delante de la televisión esperando que empiece el juego Alemania y Australia. Alemania. Siempre he escuchado que es un buen equipo, que arrasa en los Mundiales aunque no gane al final. Si mi memoria no me engaña, creo que es uno de los favoritos de mi papá.
Me conecto y reviso mis correos. Leo, entre risas, los comentarios de Sonia y Tania. Gracias, chicas. Ustedes sí que son futboleras. Sé que les suena increíble, pero de verdad nunca me había detenido a averiguar que eran 11 jugadores. Ahora que lo pienso bien, creo que debo averiguar otros detalles importantes.
"Amor, ya empezó", me llama mi novio. El juego comienza con mucha fuerza. ¡Esos alemanes son enormes! Los comentaristas del canal 13 son geniales y ocurrentes. El primer gol fue en el minuto siete.
Mi suegra me explica que no le gusta ver a Alemania jugar porque son muy técnicos y la pasión es secundaria en su juego. Mi novio piensa igual. Yo los veo y me parecen una maquinaria bien organizada que desmoraliza con rapidez al equipo australiano, cuyo capitán trata de animar. Ahí aprovecho y le pregunto a mi novio que hace a uno de los jugadores capitán del equipo. Me dice que no tiene que ver con la posición que juegue, sino con al liderazgo dentro del equipo. Admiro el afán del capitán australiano, pero parece que su equipo no puede enfrentar al alemán.
Segundo gol en el minuto 26. No relajan. Se va el primer tiempo.
Segundo tiempo. Ya deseo que Australia anote. Pero, no. Los alemanes no los dejan. Me fijo en las formaciones de defensa y los australianos tratan...el tercer gol. Minuto 68.
Hacen algunos cambios. Veo algo que me llama la atención. Un jugador negro y brasileño en el equipo alemán. Pienso que en una época eso debió ser impensable. Mi novio me dice que los equipos, todos, están formados por jugadores nacionales y otros extranjeros que se nacionalizan para jugar en ese equipo. Alemania tiene un polaco jugando hoy. Y pensar que Alemania invadió ese país en las segunda guerra mundial.
Entra el jugador brasileño de Alemania. Cacau. En menos de cinco minutos en la cancha anota el cuarto gol. ¡Uff!
Así se termina el juego. Una verdadera "pela" para los australianos. Alemania parece un hueso duro de roer para cualquier otro equipo. Mi novio me dice que quizás y me recordó que España le ganó la Eurocopa el año pasado y que lo hizo invicto.
Quiero ver jugar a España.
Claro, a esa hora me había perdido el primer partido del día. Eslovenia y Argelia. Ahora que me fijo, una de las cosas buenas del fútbol es que te recuerda la existencia de algunos países que, fuera de algún acontecimiento muy fuera de lo común, no recuerdas que ocupan un lugar en el mapamundi.
Eslovenia ganó por un gol a ninguno de Argelia, escuchamos mi novio y yo en ESPN de Estados Unidos. Los goles en los inicios de este Mundial parecen ser un bien escaso. El segundo juego del día ya estaba bien adelantado. Ghana y Serbia. El marcador esta cero a cero y observando el juego concluimos que es una de dos: o ambos tienen buena defensa o ambos no son muy buenos equipos.
Minutos después nos inclinamos por la segunda premisa. Serbia parece un equipo sin rumbo. Los árbitros, tráficos de transito. Tres tarjetas amarillas y una roja para Serbia y dos para Ghana. Al final, sobre le minuto ochenta un jugador apellido Gyan está en la línea de los paneles. Recordé un reportaje de la noche anterior en que, según expertos, un portero sólo tiene el 30% de detener un gol en penales. La estadística se cumplió y Gyan empezó a bailar en la cancha, mientras parte del público celebraba.
Ghana se convirtió así en el primer país africano en ganar en este Mundial.
Vemos el reloj. Hora de almorzar y partir. Cabarete me regaló un genial fin de semana.
¡Qué pela!
Algo cansados por el viaje, guardamos bultos y maletas. La suegra me saluda. Esta delante de la televisión esperando que empiece el juego Alemania y Australia. Alemania. Siempre he escuchado que es un buen equipo, que arrasa en los Mundiales aunque no gane al final. Si mi memoria no me engaña, creo que es uno de los favoritos de mi papá.
Me conecto y reviso mis correos. Leo, entre risas, los comentarios de Sonia y Tania. Gracias, chicas. Ustedes sí que son futboleras. Sé que les suena increíble, pero de verdad nunca me había detenido a averiguar que eran 11 jugadores. Ahora que lo pienso bien, creo que debo averiguar otros detalles importantes.
"Amor, ya empezó", me llama mi novio. El juego comienza con mucha fuerza. ¡Esos alemanes son enormes! Los comentaristas del canal 13 son geniales y ocurrentes. El primer gol fue en el minuto siete.
Mi suegra me explica que no le gusta ver a Alemania jugar porque son muy técnicos y la pasión es secundaria en su juego. Mi novio piensa igual. Yo los veo y me parecen una maquinaria bien organizada que desmoraliza con rapidez al equipo australiano, cuyo capitán trata de animar. Ahí aprovecho y le pregunto a mi novio que hace a uno de los jugadores capitán del equipo. Me dice que no tiene que ver con la posición que juegue, sino con al liderazgo dentro del equipo. Admiro el afán del capitán australiano, pero parece que su equipo no puede enfrentar al alemán.
Segundo gol en el minuto 26. No relajan. Se va el primer tiempo.
Segundo tiempo. Ya deseo que Australia anote. Pero, no. Los alemanes no los dejan. Me fijo en las formaciones de defensa y los australianos tratan...el tercer gol. Minuto 68.
Hacen algunos cambios. Veo algo que me llama la atención. Un jugador negro y brasileño en el equipo alemán. Pienso que en una época eso debió ser impensable. Mi novio me dice que los equipos, todos, están formados por jugadores nacionales y otros extranjeros que se nacionalizan para jugar en ese equipo. Alemania tiene un polaco jugando hoy. Y pensar que Alemania invadió ese país en las segunda guerra mundial.
Entra el jugador brasileño de Alemania. Cacau. En menos de cinco minutos en la cancha anota el cuarto gol. ¡Uff!
Así se termina el juego. Una verdadera "pela" para los australianos. Alemania parece un hueso duro de roer para cualquier otro equipo. Mi novio me dice que quizás y me recordó que España le ganó la Eurocopa el año pasado y que lo hizo invicto.
Quiero ver jugar a España.
Dos Polacos amor, tanto Podolski como Klose son polacos nacioanlizados alemanes!
ResponderEliminarMuy buena referencia y gracias por tenerme presente. Me alegra saberte interesada en la pasión deportiva más grande del mundo!
Besos.