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Día 4. Dolor, goleadas, empates y lesionados


El cansancio, producto de las mil ocupaciones, no me dejó una neurona hábil para concretar una idea coherente para este diario. Hoy, que la sinapsis cerebral es posible, luego de unas seis horas de sueños y varias tazas de café, tengo que decirlo: me dolió ver perder a Alemania. Y debo confesarlo: siempre quiero que Alemania gane. 

La razón de mi apoyo a Alemania es... deja resumirlo en dos recuerdos: uno de los últimos recuerdos que tengo de mi niñez en Venezuela, país donde nací, es a mi papá viendo el Mundial de 1990, que ganó Alemania. Así que, digamos, que tengo un lazo sentimental ahí. Pero en 2012 pasó algo que me amarró se sentimiento a favor de los alemanes: estuve en Alemania por un mes, no sólo en Berlín, sino en varias ciudades de ese país. Allí vi crecer mi panza de embarazada y sentí los primeros movimientos de mi hijo en la panza. 

Tengo demasiados lazos con Alemania. 

Sí, muy merecido el triunfo de Japón, pero quería que ganara Alemania. 

La goleada

Desde que empezó el Mundial, leo en un grupo de WhatsApp a varios de mis colegas, de distintas nacionalidades, sobre sus echadas de suerte a las selecciones de sus países. Uno de ellos es costarricense. Así que ayer, a minutos de empezar el partido entre España y Costa Rica, empezaron las expresiones de buenos deseos y suerte... que creo que se terminaron de escribir cuando la selección española anotó el primer de siete goles.

Mientras se desarrolló el partido, no se habló más. Al final, bueno, se expresó la decepción. El partido lo resumí con el siguiente tuit. 


Lo de hoy

Bueno, Cristiano Ronaldo demostró lo que es: un gran jugador. Ese partido lo vi casi completo y sí que Ghana dio la lucha, por lo que Portugal ganó solo por un gol más que el país africano (3-2) y casi que fue un empate.  


Y hoy volví a ver a Luis Suárez en la cancha otra vez (sí, sorpréndanse. No veo nada de fútbol durante cuatro años hasta que llega el Mundial). Así que de Suárez aun tengo muy presente su "mano" en 2010 (Dios tiene caminos misteriosos), su mordida en 2014 y sus dos goles en 2018. 

En el grupo de WhatsApp de colegas periodistas se dio apoyo a la selección a través de nuestro compañero uruguayo. Al final, el asunto quedó cero a cero frente a Corea del Sur. Algo que es más bueno que malo, según el cálculo futbolístico del Mundial que no acabo de entender del todo.

Brasil contra Serbia fue el último partido. No lo vi. Sé que Brasil es una de las selecciones siempre favoritas a ser campeona del Mundial, pero Neymar no me cae bien. Ganaron 2 goles a cero. Vi horas después, en las redes sociales, que Neymar terminó con un tobillo hinchado. Tuve malos pensamientos. 

Y hablando de lesionados, también me enteré, gracias a un mensaje del esposo, que uno de los jugadores de la selección saudí, Yasser Al-Shahrani, tuvieron que operarlo con un sangrado interno, por el choque accidental con el arquero de su selección, el segundo choque entre un arquero y un jugador (el primero fue cuando los iraníes jugaron con los ingleses).   

El esposo...

Creo que he caído en una trampa y este diario ha terminado por engancharme al Mundial, que no al calendario futbolístico anual, a expensas del esposo, que parece no estar tan interesado este año. Claro, las exigencias laborales lo tienen en la semana totalmente despegado de los juegos, con horarios matutinos y vespertinos que no permiten dejar todo para sentarse a ver un partido (que no vivimos en Argentina). 

Pero veré si este fin de semana el esposo se sienta a ver los partidos de agenda, porque si no es así, pues... esto será un caso de transferencia de intereses o algo peor: el esposo consiguió su objetivo de embarcarme en el fútbol de la manera más inteligente posible: dejándome a mis anchas desde mi interés periodístico.  

¿Será?

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