El cansancio, producto de las mil ocupaciones, no me dejó una neurona hábil para concretar una idea coherente para este diario. Hoy, que la sinapsis cerebral es posible, luego de unas seis horas de sueños y varias tazas de café, tengo que decirlo: me dolió ver perder a Alemania. Y debo confesarlo: siempre quiero que Alemania gane.
Todas las selecciones de fútbol de América Latina a España (ya van 7 goles y Costa Rica... 0) pic.twitter.com/dRPcRz9NCL
— Argénida Romero (@ArgenidaRomero) November 23, 2022
Lo de hoy
Bueno, Cristiano Ronaldo demostró lo que es: un gran jugador. Ese partido lo vi casi completo y sí que Ghana dio la lucha, por lo que Portugal ganó solo por un gol más que el país africano (3-2) y casi que fue un empate.
Y hoy volví a ver a Luis Suárez en la cancha otra vez (sí, sorpréndanse. No veo nada de fútbol durante cuatro años hasta que llega el Mundial). Así que de Suárez aun tengo muy presente su "mano" en 2010 (Dios tiene caminos misteriosos), su mordida en 2014 y sus dos goles en 2018.
En el grupo de WhatsApp de colegas periodistas se dio apoyo a la selección a través de nuestro compañero uruguayo. Al final, el asunto quedó cero a cero frente a Corea del Sur. Algo que es más bueno que malo, según el cálculo futbolístico del Mundial que no acabo de entender del todo.
Brasil contra Serbia fue el último partido. No lo vi. Sé que Brasil es una de las selecciones siempre favoritas a ser campeona del Mundial, pero Neymar no me cae bien. Ganaron 2 goles a cero. Vi horas después, en las redes sociales, que Neymar terminó con un tobillo hinchado. Tuve malos pensamientos.
Y hablando de lesionados, también me enteré, gracias a un mensaje del esposo, que uno de los jugadores de la selección saudí, Yasser Al-Shahrani, tuvieron que operarlo con un sangrado interno, por el choque accidental con el arquero de su selección, el segundo choque entre un arquero y un jugador (el primero fue cuando los iraníes jugaron con los ingleses).
El esposo...
Creo que he caído en una trampa y este diario ha terminado por engancharme al Mundial, que no al calendario futbolístico anual, a expensas del esposo, que parece no estar tan interesado este año. Claro, las exigencias laborales lo tienen en la semana totalmente despegado de los juegos, con horarios matutinos y vespertinos que no permiten dejar todo para sentarse a ver un partido (que no vivimos en Argentina).
Pero veré si este fin de semana el esposo se sienta a ver los partidos de agenda, porque si no es así, pues... esto será un caso de transferencia de intereses o algo peor: el esposo consiguió su objetivo de embarcarme en el fútbol de la manera más inteligente posible: dejándome a mis anchas desde mi interés periodístico.
¿Será?
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