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Día 1. Y ocho años después...



Aquí estoy ocho años después de iniciar este desahogo narrativo sobre mi no amor al fútbol, pero si de mi interés por observar lo que significa para tanta gente, en especial para el esposo (quien era el novio en el 2010).

Los actualizo: sigo sin contagiarme de la fiebre futbolistaca, y el hecho de que me durmiera viendo el partido final de la Champions League lo dice todo, aunque tuve el chance de ver aquel abrazo de brazo de Sergio Ramos a Mohamed Salah.

Obviamente, y para lo fines de este blog, que espero mantener activo durante este Mundial con mis observaciones he estado pendiente de algunas noticias: que Holanda no clasificó para el Mundial, que Messi es la única esperanza de Argentina, que los mexicanos no podrán llevar mascaras de El Santo, que Perú regresa al Mundial por primera vez desde 1982...

No tengo idea de cuál país sea el favorito para ganar la Copa 2018. Aunque el presidente de Rusia, país sede del Mundial 2018, si que tiene claro sus favoritos... y ninguno es Rusia.

Argentina, Brasil, Alemania y España. ¿Le apuestan a alguno de los de Vladimir Putin?

En casa, el hijo con casi seis años eligió un deporte por encima del fútbol: el baloncesto.

El esposo anda emocionado, con todas las oraciones dirigidas a un milagro para su albiceleste.




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