Acabo de salir de clases, de las clases de verano que tomó en la Universidad Autónoma de Barcelona. Hablábamos con el realizador del documental "Bye Bye Barcelona" (lo recomiendo). Antes de iniciar la proyección, comentaba con un estudiante colombiano sobre el partido de anoche.
Bye Bye España.
Y bueno, le hinché a Chile (ya el "verbo" hinchar es parte de mi vocabulario. Estoy perdida), pero no lo hice porque fuera contra España. No. Lo hice porque prefería apoyar al equipo latinoamericano frente al ibérico, asunto de orgullo regional. Aunque para ser un poco más sincera, después de ver a la selección española ante Holanda...pues en verdad mis puntos iban a Chile.
Pero me entristeció ver perder a España, el campeón del Mundial del 2010, y más de la forma que lo hizo, sin un solo gol.
Vi el primer tiempo del partido en el apartamento de la Villa Universitaria. Celebré los dos goles de la "Roja chilena" (no sabía hasta ayer que ellos también se denominaban La Roja). Mi compañera de habitación reía a carcajadas por mis comentarios en medio del juego. Al finalizar el primer tiempo me dije "debo ir al bar de la Villa", y partí.
El bar de la Villa había puesto sillas fuera del local. Todas llenas. Decenas de estudiantes veían el juego en dos pantallas grandes. Solo dos chilenos, en cuya mesa me senté. A mi derecha un grupo de unos doce españoles...
"¡Somos español! ¡Somos español!", coreaban en cada intento de su selección ente el arco chileno.
"¡Chi, chi, chi, Chile!", respondía el dúo en mi mesa, cuya arenga era apoyada por mí, dos peruanos, una argentina y otra colega dominicana.
El resto, la mayoría, era sin lugar a dudas catalán. Y tengo la sospecha de que todos, en su disimulado silencio, apoyaban a Chile.
No les voy a contar nada del segundo tiempo. No goles, ni rastros de lo que fue la selección española hace apenas cinco años. Un Chile que se coronó anoche como la roja de este Mundial.
Al finalizar el partido, el coro de españoles se retiro como una procesión fúnebre. La garganta de los dos chilenos no alcanzaba para lo mucho que querían celebrar. Me abrazaron emocionados. Eufóricos. Juzguen ustedes.
No alcance a tomar una foto a los desinflados españoles.
Al volver a apartamento en la Vila puse la televisión. Transmitían una película. Esta mañana Telecinco le dedicó 15 minutos a un reporte desde Brasil donde un periodista hizo una breve reseña del partido, ofreció su análisis de que "la selección va a renovarse" y de recordar los años gloriosos de la roja española.
Luego de eso, solo hablaban de la coronación de Felipe.
***
Se que hubieron más juegos. De estos, el único que seguí a través de una actualización en tiempo real en un página de noticias fue el de Australia y Holanda. Un tres a dos que ganó la "Naranja Mecánica". Australia también quedó fuera de la clasificación, como España. Y Camerún perdió ante Croacia, y creo que también se despide del Mundial.
Por cierto, ¿es verdad que la selección española tiene que quedarse hasta el final del Mundial para entregar el trofeo al ganador? Demasiada crueldad si es cierto.
Un Mundial cruel para la roja española.
Bye Bye España.
Y bueno, le hinché a Chile (ya el "verbo" hinchar es parte de mi vocabulario. Estoy perdida), pero no lo hice porque fuera contra España. No. Lo hice porque prefería apoyar al equipo latinoamericano frente al ibérico, asunto de orgullo regional. Aunque para ser un poco más sincera, después de ver a la selección española ante Holanda...pues en verdad mis puntos iban a Chile.
Pero me entristeció ver perder a España, el campeón del Mundial del 2010, y más de la forma que lo hizo, sin un solo gol.
Vi el primer tiempo del partido en el apartamento de la Villa Universitaria. Celebré los dos goles de la "Roja chilena" (no sabía hasta ayer que ellos también se denominaban La Roja). Mi compañera de habitación reía a carcajadas por mis comentarios en medio del juego. Al finalizar el primer tiempo me dije "debo ir al bar de la Villa", y partí.
El bar de la Villa había puesto sillas fuera del local. Todas llenas. Decenas de estudiantes veían el juego en dos pantallas grandes. Solo dos chilenos, en cuya mesa me senté. A mi derecha un grupo de unos doce españoles...
"¡Somos español! ¡Somos español!", coreaban en cada intento de su selección ente el arco chileno.
"¡Chi, chi, chi, Chile!", respondía el dúo en mi mesa, cuya arenga era apoyada por mí, dos peruanos, una argentina y otra colega dominicana.
El resto, la mayoría, era sin lugar a dudas catalán. Y tengo la sospecha de que todos, en su disimulado silencio, apoyaban a Chile.
No les voy a contar nada del segundo tiempo. No goles, ni rastros de lo que fue la selección española hace apenas cinco años. Un Chile que se coronó anoche como la roja de este Mundial.
Al finalizar el partido, el coro de españoles se retiro como una procesión fúnebre. La garganta de los dos chilenos no alcanzaba para lo mucho que querían celebrar. Me abrazaron emocionados. Eufóricos. Juzguen ustedes.
No alcance a tomar una foto a los desinflados españoles.
Al volver a apartamento en la Vila puse la televisión. Transmitían una película. Esta mañana Telecinco le dedicó 15 minutos a un reporte desde Brasil donde un periodista hizo una breve reseña del partido, ofreció su análisis de que "la selección va a renovarse" y de recordar los años gloriosos de la roja española.
Luego de eso, solo hablaban de la coronación de Felipe.
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Se que hubieron más juegos. De estos, el único que seguí a través de una actualización en tiempo real en un página de noticias fue el de Australia y Holanda. Un tres a dos que ganó la "Naranja Mecánica". Australia también quedó fuera de la clasificación, como España. Y Camerún perdió ante Croacia, y creo que también se despide del Mundial.
Por cierto, ¿es verdad que la selección española tiene que quedarse hasta el final del Mundial para entregar el trofeo al ganador? Demasiada crueldad si es cierto.
Un Mundial cruel para la roja española.
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