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Día 10. Francia: "Nuestras diferencias nos unen"

La foto la saqué de El Mundo. 


Empecé a escribir este post un domingo y terminé de hacerlo hoy, miércoles. La razón es que mi hijo está de vacaciones y estoy ahora haciendo labores de corrección en el cierre de la edición impresa del periódico donde trabajo.

El Mundial de fútbol finalizó con el cumplimiento del vaticinio del esposo: ganó Francia.

Vimos el juego, o más o menos en mi caso, más interesada en revisar el Twitter o leer un artículo sobre lo viral y el periodismo.

Desde ayer (escribí esto el lunes) he leído opiniones divididas, de que Croacia jugó mejor pero Francia fue más afectiva, o que el autogol a favor de Francia afectó el desempeño de Croacia, que Croacia "merecía" más que Francia ganar...

Pero, como se dice en buen dominicano, el que gana es el que goza. Y Francia trabajó en la cancha para gozar su triunfo.

Como en todo, lo político estuvo muy presente en el Mundial. Desde las celebraciones en el palco de Macron, el presidente francés, las actitudes de la presidenta croata y la cara impertérrita de Vladimir Putin, el presidente ruso.

Me encantó ver la alegría de los jugadores franceses, sus abrazos, sus selfies. Diez años después, la selección francesa se alzaba con su trofeo del Mundial por segunda vez. Hasta su seleccionador me encanta, Didier Deschamps, quien abrazó a los jugadores croatas tras finalizar el juego.

No, no vi el espectáculo con la canción del Mundial. Gracias a Thor que no se escuchó durante todo evento deportivo. ¡Qué cosa tan mala esa canción! Ni pegajosa era.

Y no hubo, por cierto, mejor final que las personas que invadieron la cancha de juego para protestar contra el gobierno de Vladimir Putin.

***


Estos párrafos los escribí ayer, martes.

Quiero apuntar algunos asuntos sobre un tema que me llamó la atención al final del mundial: los jugadores afrodescendientes de la selección francesa.

Parte del lunes, cuando escribo estas líneas, me la pasé disgustada en las redes sociales expresando algo que no le encontraba pies ni cabeza, relacionar a los chicos afrodescendientes, negros y  mulatos, de la selección francesa con la migración reciente de inmigrantes desde África a Europa.

Busqué información. Solo dos de ellos nacieron fuera de cualquier territorio francés. Inclusive, uno de ellos, Samuel Umtiti, que nació en Camerún y que vive desde los cuatro años en Francia... y cuyo gol llevó a Francia a la final de la Copa, no quiso jugar con la selección de fútbol de su país de origen.

¿Ahora resulta que la nacionalidad la dicta el color de piel, un prejuicio que se suponía superado hace tiempo? ¿Son menos franceses por ser negros... Perdón, afrodescendientes?

Lo peor es que manipulan una situación como la de las embarcaciones que llegan a Europa desde África por el mar Mediterráneo. Una realidad que nada tiene que ver con los jugadores de la selección francesa, quienes no descienden de personas llegadas bajos esas circunstancias a Francia, ni llegaron ellos a Francia en una de esas embarcaciones, muchas de las cuales no logran ni siquiera cruzar la franja de mar provocando la muerte de miles de personas.

... Y esto lo escribo hoy, miércoles. "Nuestras diferencias nos unen", dice el reverso del cuello de las camisetas de la selección francesa y creo que resume la esencia de lo positivo de esto y desnuda el asco de argumentar que la Copa es hechura de los africanos llegados en patera a Europa, con lo que buscan menospreciar y desmeritar al equipo francés.

Ver al equipo, ver el recibimiento que le hicieron en París, no solo silencia las voces racistas dentro de Francia y les quita peso, sino que evidencia que es posible la integración y que hay que trabajar por ella. Y empecemos a aprender a quitarnos los prejuicios de arriba. Ser negro no es una nacionalidad, ni ser blanco, amarillo, marrón... ni pecoso, ni mulato, ni bajito y alto. Donde naces es el hecho más azaroso, más fortuito del mundo. Eso no se decide, lo que si se construye y es real es el lazo que crece de la convivencia con un grupo social, con su historia y cultura y que moldea en parte lo que somos.

***
Este es mi último texto sobre el Mundial, contrario a los dos pasados (2014 y 2010) está vez escribí menos... y la razón lo expuse antes. No es tan fácil como antes sacar tiempo para anotar esa experiencia de una mujer que no es fan del fútbol, pero que los caminos de la vida la han llevado a convivir con este deporte por un esposo que si es fan y de cuyo fanatismo debo, por el amor, sobrevivir, y la mejor manera de hacerlo es aprender sobre el fútbol, aunque nunca llegué a ser una fanática real.

Esperemos que nos leemos en el 2022. El Mundial será en Catar. Ahí si que no me animo ni a pensar ir, empezando con que las mujeres allá viven bajo un sistema que las oprime de maneras que serían insoportables para mí y porque mis ánimos de ver y estar en un desierto los quiero reservar para la posibilidad de viajar a Egipto y ver las pirámides.

Hasta entonces.


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