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Día 23. El pulpo, el gol y ¡Olé!

Primero, mis corazonadas deportivas parecen no ser muy exactas.

Segundo, perdí una apuesta con mi novio.

Tercero, no sabía que un pulpo podía tener tanta fama a costa de un Mundial.

Y, cuarto...¡Olé! Ganó España.

Ahora, los detalles.

Los últimos serán los primeros
No diré nada que ustedes no sepan. Lo malo es que no pude ver el partido entre España y Alemania completo y con detalle. Sí, lo mismo de casi siempre. Un largo apagón me robó casi todo el partido. Mi novio me tuvo al tanto de lo que pasaba en el primer tiempo, mientras esperaba el autobús en la parada y me derretía del calor.

Supe que el primer tiempo quedo cero a cero. Estaba ansiosa por llegar a la redacción y ver que pasaba. Cuando entre a la recepción del edificio, el partido seguía igual sobre el minuto cincuenta. Ya en la redacción presté atención. Muchos colegas apostaban a España, otros pocos a Alemania.

De repente pasó. España, quien había tenido un nivel de juego en este partido que aparentemente lo tenía muy bien guardado, sacó toda la maquinaría. Alemania hacía lo suyo, pero parecía no poder romper con al defensa española. En cambio, los rojos amarillos si lo lograron.

La cabeza de Puyol vale oro, todo el oro del mundo para los españoles (más que los que lograron en la época de la colonia en América). Un gol de oro que le valió su pase a la final, por primera vez, de un Mundial. Pudieron ser dos, pero parece que a Pedro le ganó las ganas de estrellato y prefirió perder la pelota por no hacer el pase. Cosa de egos. Los alemanes estuvieron desaparecidos.

Me cuenta que en España todo es fiesta. He visto fotos de cómo la gente baila, canta y se goza este triunfo. Menos mal que nadie prometió un desnudo público si España pasaba a la final.

Entre risas tuve, eso sí, que escuchar a través del teléfono los gritos triunfalistas de mi novio. Aunque su favorito hace rato que bebe maté a la sombra de su luto fútbolistico, el apostó al factor Barca en la selección española. En la noche, cuando hable con mi suegra, pude comprobar gracias a su voz ronca que había acompañado la algarabía de su hijo.

Ahora queda a España verse con Holanda, otro país que nunca ha levantado una Copa Mundial de Fútbol. Dos hambrientos que pelearán por un único plato de comida.

Ahora que hablo de comida....pienso en el pulpo que predijo el triunfo español. El oráculo del pulpo Paul acertó y espero con ansias ver si ya votó por el ganador de la final. A ver donde sus tentáculos llevan la suerte. Lo malo es que no será muy querido en el acuario donde vive, pues está ubicado en Alemania.

Me preguntó si tendrá esa misma facultad para predecir candidatos ganadores en elecciones presidenciales o números de lotería.

Y, sí, en la final de este Mundial se hablará español. Ahora nos queda averiguar si sabe decir ¡Olé!

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