Una semana de locura, cansancio, mil cosas que hacer, mucho trabajo... en fin, que el diario no ha sido prioridad.
¿Qué ha pasado desde que Argentina pasó a octavos? Que México, Uruguay y Alemania quedaron fuera.
¡Alemania!
Y claro, entre medio seguir toda una semana de fútbol a medias tintas, volvió otra vez mi enojo con el sistema de cálculo del Mundial.
El jueves, mientras jugaba España y Japón, y también Alemania y Costa Rica... trataba de entender de que si ganaba este perdía el otro que no jugaba con él, pero si perdía el otro, ganaba este otro... que si las tarjetas resta puntaje...
Y vuelvo a decirme, como me dije en 2018 y 2014, que este es el sistema más loco e injusto. Y no lo pienso discutir con nadie.
Estoy a nivel Cavani...
Lo mejor de Cavani en el mundial pic.twitter.com/7LrpK4qWbN
— Mr.Baru (@crearOreventar) December 2, 2022
Estamos en cuartos
Como se imaginarán, el día de poner los santos de cabeza en casa fue el sábado. Argentina versus Australia.
El esposo tenía la fe tan alta como la tensión emocionada, que medio mal disimulaba, sentado a la orilla del sofá.
Y por primera vez, mi hijo se integró a la emoción, no solo para grabar (tiene alma de VAR), sino para canta los esperados goles de Argentina con el esposo, su papá. Y los goles llegaron.
Celebrando el gol de Argentina
— Argénida Romero (@ArgenidaRomero) December 3, 2022
El esposo /Yo pic.twitter.com/bRQlQDuMET
Y llegó el segundo gol que hasta yo grite, a falta de Alemania me queda emocionarme con el esposo y el hijo.
Segundo gol de Argentina.
— Argénida Romero (@ArgenidaRomero) December 3, 2022
El esposo y el hijo pic.twitter.com/lC1T3tFLtL
Eso sí, que cuando llegó el no esperado gol de Australia, me tocó sostener al esposo, porque al parecer ser fanático de la actual selección argentina es un acto de fe, al que se le ora a Messi. Pero, terminó así, dos a uno, y Argentina pasó a cuartos.
Mañana sabremos si Brasil se queda junto con Argentina como los únicos dos equipos de este lado del charco en el Mundial.
Francia
Este domingo todo el mundo brincó y salto por la selección de Francia. Yo me enteré por Twitter, mientras escribía un poema sobre la rutina y el tiempo en mi cama.
A falta de Alemania siento el deseo de apostar por Francia. ¿Qué por qué no lo hago por Argentina o Brasil? Pues aquí pesa lo practico y el hartazgo: Argentina parece que requiere más fe que fútbol; Brasil... pues ni lo he visto jugar (el fútbol aun no me emociona para tanto como para soltar la agenda de mamá trabajadora que vive a las afueras de la ciudad) y Neymar me cae como patada en el estomago.
En cambio, y aunque tampoco me he sentado a ver un partido en que juegue Francia, tengo buenos recuerdos de Mbappé del Mundial de 2018. Y no sé, me da futura satisfacción imaginarme a Francia otra vez como campeona y a a ese chico celebrando. Asunto que no me nace con Neymar, ni porque Pelé esté enfermo con dudosos pronósticos de sobrevivencia.
Y en un Mundial con tanto ruido político, tanto VAR, tanto Infantino sentado en cada juego espantando fantasmas... pues que más da. A menos, claro, que la fe del esposo y de millones de argentinos haga su obra, y Messi camine sobre estas aguas turbulentas.
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